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Un preservativo para la ocasión

Relato erótico de Julia. Una historia caliente sobre un encuentro satisfactorio.

Julia salió del baño sintiéndose renovada. Había llenado la bañera con agua caliente y sales aromáticas, dándose un merecido cariño a sí misma. Aquella semana había sido excesivamente difícil en su trabajo de dependienta. Problemas con algunos clientes, muchas devoluciones, cosas por el estilo. Pero aquel baño le había devuelto la vida, haciendo que se sintiera con mucha más energía. Deseaba incluso salir a bailar, a tomarse unos cubatas y disfrutar como no hacía en semanas. Revisó los mensajes en su móvil y respondió positivamente a algunas invitaciones. Se vistió tan sexy como solo ella sabía hacerlo, se maquilló, metió un preservativo en su cartera y salió.
Una de sus amigas de la facultad la había invitado a su fiesta de sus 30 años. La amiga de Julia quería festejar por todo lo alto que se despedía de los 20. Así que habría bebida, diversión, comida e incitante música latina, ya que la chica era colombiana. Pero todo esto no importaba mucho a Julia. Lo que verdaderamente le importaba era el primo de su amiga, un chico moreno y fornido con el que una vez se había besado. Él era la razón para llevar un preservativo en su cartera. Se sentía sexy y segura, lo suficiente para terminar lo que ya había comenzado. Porque si algo tenía Julia, es que no dejaba las cosas a medio acabar.


El piso de la chica era un concentrado constante y sonoro de timbales junto con trompetas. En medio de la sala, algunas personas bailaban salsa. Otros charlaban en los rincones. La cumpleañera se reía en un sofá, acompañada por su primo y otros amigos más cercanos. Julia se acercó a entregarle la botella de vino que le había comprado en el camino. La chica la abrazó efusivamente y Julia no pudo evitar lanzarle una mirada al chico, que se la devolvió con la misma picardía. La cumpleañera le convidó a Julia un trago de ron ante la mirada gustosa del chico y otros invitados. Le gustaba sentirse sexy y observada, pensando en que aquel preservativo quizás no sería suficiente.
Se sentó con el grupo que estaban en el sofá, hablando. Poco a poco se fue acercando al chico moreno y, sin darse cuenta, terminó bailando con él. No sabía bailar salsa, pero con unos tragos, todos aprendemos fácilmente. Ella, según decía él, tenía cierta soltura en la cadera. Julia al escuchar esto pensó que tenía algo de práctica, quizás no en bailar pero si en lo que sigue a un sensual baile: un encuentro íntimo. No tardaron en volver a besarse, sintiendo de nuevo sus bocas, húmedas, con un ligero sabor a ron y un gusto excitante. Luego, sin que nadie lo notara, se dirigieron al baño, donde se besaron un poco más luego el chico le dio la vuelta a julia, le quitó las bragas y se colocó un preservativo que tenía en el pantalón, entrando en ella mientras ambos se veían en el espejo.


“Sabía que te vería hoy” gruñó el chico entrando y saliendo. Julia se veía a sí misma, sexy, siendo satisfecha y luego lo veía a él, fornido, experto. Ambos no tardaron en correrse, luego se besaron un poco más. Julia se subió entonces en el fregadero y le abrió las piernas. “No tengo más preservativos” le dijo él. Ella le indicó que buscara dentro de su cartera, donde encontró uno con sabor a fresa. “Yo también sabía que te veía hoy” dijo la chica mientras él se lo colocaba “Ahora fóllame y luego cómeme el coño”, y siguieron.

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